El fuego es una de las fuerzas de la naturaleza más incontrolables de nuestro mundo y su descubrimiento el primer gran avance de la humanidad. El descubrimiento del fuego supuso el inicio de la civilización. Fue la semilla de incontables avances posteriores que, junto con los comienzos de la escritura y la invención de la rueda, han construido las sociedades tal y como las conocemos actualmente.
¿Pero exactamente quién lo inventó? La respuesta sería nadie, el fuego ya existía en la era primigenia y seguirá existiendo cuando nos hayamos ido. La pregunta correcta sería…
Obviamente, las cerillas y los mecheros no existían hace millones de años. Sin embargo, es posible que el fuego se obtuviera de forma natural de un incendio provocado por un rayo y se mantuviera encendido para utilizarlo con diversos fines, como cocinar y calentar. Los hombres primitivos sabían utilizar el fuego, pero desconocían la forma de encenderlo.
Los evolucionistas teorizan que con el tiempo, los pre-humanos también pueden haber aprendido cómo hacer fuegos primitivos utilizando palos y pedernal, golpeando rápidamente dos piedras, o rozando una cuerda contra una madera. Estos científicos creen que aprender a hacer y controlar el fuego fue probablemente uno de los primeros descubrimientos realizados por los pre-humanos que caminaban erguidos sobre dos piernas.
En esa época el fuego era el mayor de los tesoros, y el hecho de no tener todavía dominada su creación hacia que se cuidara y se defendiera con la vida. Por aquellos días la única forma de conseguirlo era en erupciones volcánicas o con rayos ocasionales sobre madera seca.
Hoy en día, muchos científicos creen que el uso controlado del fuego fue probablemente logrado y perfeccionado por un ancestro humano antiguo conocido como Homo Erectus, durante la Edad de Piedra Temprana, hará 1.6 millones de años. Los arqueólogos han descubierto evidencia de lo que creen que es el uso controlado del fuego en la Cueva Wonderwerk en Sudáfrica, así como la región del Lago Turkana en Kenia.
Pues bien, las hipótesis defienden que lo transportaban con antorchas y lo defendían con sus vidas, ya que para ellos era difícil conseguirlo de nuevo.
Además de ayudar al Homo Erectus a mantenerse caliente en las largas y despiadadas temporadas invernales, el fuego supuso otros avances para la vida de sus descubridores.
El control del fuego permitió comenzar a cocinar carnes y vegetales, como consecuencia la comida aguantaba más tiempo al estar cocida. El antropólogo de HarvardRichard Wrangham ha sugerido que los alimentos cocinados permitían un mayor desarrollo y evolución del cerebro, transformando a nuestros ancestros durante millones de años en los seres humanos que somos hoy.
El uso del fuego en antorchas también permitió a los hombre defenderse contra animales que les atacaban. Cuando un depredador les encaraba bastaba con amenazarle con el fuego y era suficiente para que el animal se alejara. Esto supuso que bajará la mortalidad de la especie y que evolucionaran y crecieran al amparo del fuego.
Si bien la mayoría de consecuencias que desencadenó el descubrimiento del fuego fueron positivas, existieron algunas que no lo fueron tanto, y de las que poco se ha hablado.
En un primera investigación realizada por se identificó una mutación que es la que permite a los seres humanos actuales metabolizar a un ritmo seguro las toxinas que se encuentran en el humo. Esta secuencia genética no se encontró en otros primates, ni siquiera en el Neandertal o el Denísova.
Esta mutación surgió como respuesta a la inhalación de las partículas de humo, las cuales podrían aumentar el riesgo de contraer infecciones en las vías respiratorias, la represión del sistema inmunológico y también causar problemas en el sistema reproductivo.
En una segunda fase de investigación se descubrió que el descubrimiento del fuego contribuyó a la propagación de la tuberculosis. Debido al contacto cercano que tenían las personas con el fuego, el humo dañaba sus pulmones y provocaba fuertes ataques de tos.
El fuego en la mitología
Los griegos explican el origen del fuego con el mito de Prometeo, el titan amigo de los mortales que robó el fuego a los dioses y se lo dio a los humanos. Muchas culturas nativas americanas creen que un animal (en unas ocasiones un lobo, en otras un pájaro carpintero o un coyote) trajo fuego a la gente después de robarlo de un ser maligno. Las leyendas de las islas Caroline, en el Pacífico Central dicen que un niño, Olofat, dio fuego a los humanos al dejar que un pájaro volara del cielo con fuego en su pico.
Incluso si nos alejamos de la mitología y nos centramos en lo empírico, también hay diferentes teorías científicas acerca de cuándo los humanos controlaron el fuego por primera vez.
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